lunes, 20 de enero de 2014

KAHLOPIOSIDADES








Fantasía provocada por la picadura de una abeja


A F.K

Indómita la luna que se enmarca entreabierta buscando oscuridades mientras me desgato en el dorso fúnebre de tus cejas FRENTE-MOTOR/UNIVERSO-UNIDAD labios consumidos por la sed que se abre  para introducirme y mortificar quizás mis dedos que ya no descubren ni sienten abismos
hilo tejedor de volcanes, de estallidos pacíficos que consumen la lengua curiosa lengua espada vulnerada tóxica orgánica/inorgánica diversa univoca edificadora fugitiva…

Boquete

El agujero que se esparce agrieta las bisagras
traspasa el vaho contenido en los huesos
dueño de bióticas migajas dibujo escenas en esta pared que me labra
voy dejando poblados, pequeños contornos que deben su color a la inquietud de mis piernas

Se me caen las cosas por dentro



Se me caen las cosas por dentro




Las cosas van perdiendo su piel, van dejando su brillo, su antigua lozanía.

Antonia Palacios: Hacia lo que regresa






Pedazos nocturnos caen sobre mi bosque, rindiendo culto a la inmensa heredad
Con sed caminan los pensamientos hablando consigo mismos
debajo de las piedras se esconden para no ser desmigajados por el ave de rapiña
Multiforme sobrevivo en otros cuerpos
Qué es la noche sino un relámpago que descose la piel llenándome de portales, de caminos que fracasan…
…sangre vino
materia descompuesta
pululante
adherida a la tierra
consumida por insectos
desgarrada por el tigre de ojo quemante….
….sigiloso cráter que se adentra y escarba la piel volviéndola presa fácil, polvo misereo del universo…

El zumo de los bordes


Nota: seguramente estos texto sean inconsistentes, desequilibrados, inconformes,  pero el misterio que emana de un simple límite (el borde de la mesa, una costura olvidada, la orilla carcomida de un baúl antiguo…) me hizo desencadenar, casi hipnóticamente, este cúmulo de palabras sin sentido. Una orilla desmantelada alberga, tantos vestigios, tantos roces pasados que se liberan arrastrándote hacia ellos, hacia una pequeña hendija casi imperceptible.
  
YO



***
Aquel doblez impreciso en la curvatura eriza los poros, hurta la piel, es prejuicioso, cada figurilla se desdobla impaciente, va deslizándose por la silueta nublada, espeso; el doblez llega a su punto o quizás a su muerte, pasa días inmóvil esperando el momento para recobrarse,  rápidamente se humedece por el calor del espacio circular, y muere en la conglomeración, entre otros dobleces, perfumados, tibios, inconfundibles…


***
Soy en la penumbra en el revés de la página, en el libro olvidado sosteniendo el polvo. El tiempo es inseguro, frágil, quebradizo en el cuerpo, en el abrir y cerrar de la puerta. Hilvano la superficie agrietada, me sostengo en el filo cortante de la sábana, en la tierra infértil, huidiza… soy reinventado, penetrante, cúpula inmóvil… soy piedra amorfa mutilada por la erosión salina, me ato a la carne que levita en lo informe en el pensamiento que tiembla en lo hondo… 


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Elasticidad de un espacio cercado

Ana se levanta con lentitud, se mira en el espejo, se ajusta la cabellera, despeja su frente pálida, llena de vórtices; toma asiento lentamente, la silla dispuesta, el aire resignado…. ¿Cómo deslizar el lápiz?... piensa en palabras,  palabras no conglomeradas… ¿letra imprenta o cursiva?... palabras lentas, con sabor. Ana toma cada extremo de la hoja… ¿Cómo afirmar el doblez? … debe oler, degustar cada sentido, cada punto…  punto y aparte, punto y seguido, puntos suspensivos, el punto gravitante de la “i”… toma el sobre rugoso, delineado por una vaga sombra amarilla. Ana dobla la hoja espaciosamente, la introduce... se desborda el hálito contenido… se vuelve a retocar, pero esta vez se esmera en sus cejas tan dispersas y profundas como el polvo que cae dentro de imperceptibles hendijas. Toma la carta y con un soplo la envía hacia recónditos espacios, espacios rectangulares, oblicuos, trazados por una curvatura indecisa… cada palabra, cada sentido se esparce llenando vacíos, formando ataduras… Ana se reduce, es íntimo espacio… el escritorio, la silla, las hojas, el lápiz… zona aglomerada, cercada por la tibieza del cuerpo, de palabras, de connotaciones efímeras… espacio que se afirma cada vez que Ana se sienta con todo su espesor.