lunes, 20 de enero de 2014

El zumo de los bordes


Nota: seguramente estos texto sean inconsistentes, desequilibrados, inconformes,  pero el misterio que emana de un simple límite (el borde de la mesa, una costura olvidada, la orilla carcomida de un baúl antiguo…) me hizo desencadenar, casi hipnóticamente, este cúmulo de palabras sin sentido. Una orilla desmantelada alberga, tantos vestigios, tantos roces pasados que se liberan arrastrándote hacia ellos, hacia una pequeña hendija casi imperceptible.
  
YO



***
Aquel doblez impreciso en la curvatura eriza los poros, hurta la piel, es prejuicioso, cada figurilla se desdobla impaciente, va deslizándose por la silueta nublada, espeso; el doblez llega a su punto o quizás a su muerte, pasa días inmóvil esperando el momento para recobrarse,  rápidamente se humedece por el calor del espacio circular, y muere en la conglomeración, entre otros dobleces, perfumados, tibios, inconfundibles…


***
Soy en la penumbra en el revés de la página, en el libro olvidado sosteniendo el polvo. El tiempo es inseguro, frágil, quebradizo en el cuerpo, en el abrir y cerrar de la puerta. Hilvano la superficie agrietada, me sostengo en el filo cortante de la sábana, en la tierra infértil, huidiza… soy reinventado, penetrante, cúpula inmóvil… soy piedra amorfa mutilada por la erosión salina, me ato a la carne que levita en lo informe en el pensamiento que tiembla en lo hondo… 


https://encrypted-tbn1.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQD7VYVjMcqJ-3GZgsOmzRcZkvi051cIliVnF0LUZXGpmRBxTRJww 

Elasticidad de un espacio cercado

Ana se levanta con lentitud, se mira en el espejo, se ajusta la cabellera, despeja su frente pálida, llena de vórtices; toma asiento lentamente, la silla dispuesta, el aire resignado…. ¿Cómo deslizar el lápiz?... piensa en palabras,  palabras no conglomeradas… ¿letra imprenta o cursiva?... palabras lentas, con sabor. Ana toma cada extremo de la hoja… ¿Cómo afirmar el doblez? … debe oler, degustar cada sentido, cada punto…  punto y aparte, punto y seguido, puntos suspensivos, el punto gravitante de la “i”… toma el sobre rugoso, delineado por una vaga sombra amarilla. Ana dobla la hoja espaciosamente, la introduce... se desborda el hálito contenido… se vuelve a retocar, pero esta vez se esmera en sus cejas tan dispersas y profundas como el polvo que cae dentro de imperceptibles hendijas. Toma la carta y con un soplo la envía hacia recónditos espacios, espacios rectangulares, oblicuos, trazados por una curvatura indecisa… cada palabra, cada sentido se esparce llenando vacíos, formando ataduras… Ana se reduce, es íntimo espacio… el escritorio, la silla, las hojas, el lápiz… zona aglomerada, cercada por la tibieza del cuerpo, de palabras, de connotaciones efímeras… espacio que se afirma cada vez que Ana se sienta con todo su espesor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario