Ven,
descose la piel, súrtela de excrecencias
Degustemos
el pan mohoso de la cena, la uva carcomida por la larva-lengua, desplacémonos
sobre el piso rectangular y líquidamente
segregado
Atisba
el pelaje gris de las ratas, el brillo
del túnel que se instaura bajo el óvalo de tu jardín
Rayitas
blancas perfilan el camino húmedo donde los vagabundos celebran sus desdichas y
los insectos lamen la sangre del perro atropellado
Ven,
camina, siente la tibieza semioscura de la roca
Duerme
al lado de la mujer que fertiliza la pierna herida del hombre
No
mires hacia atrás cuando lamas su vagina, mide el espesor de sus paredes,
sopesa el líquido que alimenta sus
trompas, su rayo azul orgánico, el acantilado