jueves, 17 de octubre de 2013

“La literatura funciona como una religión laica”

“La literatura funciona como una religión laica”
El desterrado


     


     Mis pies van desgarrando la tierra, me cimento sobre cuerpos ya carcomidos por el tiempo. Rostros descabezados vigilan mi nacimiento, ángeles caídos salvaguardan el terreno fértil, pútrido de larvas. Me levanto día y noche luchando contra pasos que van y vienen sigilosos por respeto a los inertes. Mi cuerpo se torna robusto de manos intocables, y a pesar de irrumpir en bajos recintos me siento único en esta ciudad del silencio. Soy nativo de esta tierra y amenazan con desterrarme, pero mis dedos van a la lucha para desgarrar la epidermis de los que reiteradamente dicen: ¡maldito Cují!


miércoles, 16 de octubre de 2013

Páginas desplegadas en un jardín etéreo






Festín
A Jayling Chirino

Ante su volcánica voz sólo queda desnudarse
Prescindir de los miembros
Brindar por el último sorbo de creación
Por la vastedad de la gracia
Por la desvergonzada vibración que se escabulle bajo su piel





Inutilidad


Se entrelazan las manos buscando la dimensión limítrofe; las direcciones se bifurcan tejiendo redes con nuestra respiración ¿Son retazos del tiempo los que se posan sobre tus dedos? El lecho es profuso en relieves, pequeñas montañas que esconden entre hendijas el secreto de esta noche. Nuestra ardua labor ha dado sus frutos: aquel pequeño rincón lleno de hastío casi nos deja. Ahora mis pies creen ser los años que recorren tus piernas, qué locura más tonta, si para tocarte no vasta la eternidad y el siglo se disgusta cuando te ve. Es como si estas vicisitudes quisieran preparar una hecatombe, pero  de lo que aún no se percatan es que el vibrar de tus poros sopla todo vestigio que reposara sobre tu piel.
Ideología para untar


La ideología es
mermelada que se unta en la superficie suave del pan.

YO.
Vellos incipientes pueblan tus piernas,
Tus húmedos labios sorben un cappuccino,
Paso las páginas de un periódico habitado de próceres.
Tu pelo de gringa se mueve al vaivén de las miradas,
Mi café se enfría,
La falda roja se ajusta a tu cadera imperial,
Mis dientes juegan con el líquido salivoso,
Tus senos se asemejan al Everest,
Mi virilidad decae estúpidamente
Te levantas,
Desapareces en la multitud hambrienta,
Te dejo ir,
Estarás en una de esas marchas obligadas.
Me Jugaré  el número 7 –digo entre dientes-
Enciendo el último cigarrillo,
Y sigo mi campaña exhaustiva.