El
desterrado
Mis pies van desgarrando la tierra, me cimento sobre cuerpos ya carcomidos por el tiempo. Rostros descabezados vigilan mi nacimiento, ángeles caídos salvaguardan el terreno fértil, pútrido de larvas. Me levanto día y noche luchando contra pasos que van y vienen sigilosos por respeto a los inertes. Mi cuerpo se torna robusto de manos intocables, y a pesar de irrumpir en bajos recintos me siento único en esta ciudad del silencio. Soy nativo de esta tierra y amenazan con desterrarme, pero mis dedos van a la lucha para desgarrar la epidermis de los que reiteradamente dicen: ¡maldito Cují!
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